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MI ENCONTRONAZO CON EL EGO DE DIVERXO

Nuestra experiencia en DiverXO no estuvo para nada a la altura de nuestras expectativas, pero indiscutiblemente lo peor de todo fue la conversación (surrealista) posterior con David Muñoz.

Quiero compartirlo con todos vosotros porque a mi me gusta mucho conocer las opiniones de otras personas cuando voy a un sitio a comer, personas a las que simplemente le gusta comer y que le traten bien, sin pijadas ni tonterías pero con un servicio de calidad, especialmente en experiencias como estas que conlleva un esfuerzo económico considerable para casi cualquiera.

Fase 1: la experiencia en el restaurante

No puedo decir que comiese mal (solo faltaba…) pero es verdad que no me sorprendió. Es más, hubo algunos platos como el postre de chicle de fresa que sinceramente no me gustaron, pero bueno, eso puede ser hasta subjetivo.  Pero eso no es lo que más me defraudó, lo que más me llamó la atención en este punto fue la falta de profesionalidad en el servicio con cosas como que tuviéramos que llamar con el brazo a los camareros para que nos sirvieran vino (insisto, que lo hago encantada en el bar de debajo de mi casa, pero no a 240 € por barba), esperas de 10 minutos entre platos, excesivo colegueo y cháchara entre los camareros (parece el “Gula Gula” pero en versión cara). ¿Qué os parece si os digo que se equivocaron varias veces con los platos que nos tocaban? Nos pusieron los cubiertos y demás accesorios y tras un cuchicheo, vinieron a retirarlos porque no era ese el que tocaba….  ¿Increíble verdad? pues nos sucedió no una ni dos, sino tres veces a lo largo del menú. En cuanto al baño, que estuviera estropeado es cierto que es casi es una cuestión de mala suerte porque en todos lados se puede romper el servicio pero claro, todo suma… Querer ir al baño y tener que abandonar el restaurante para irte al del NH, pues hombre, es bastante rollo. Y para terminar os cuento que se saltaron uno de los postres y por suerte, como te dan el menú, sabíamos que nos tocaba uno en concreto y pudimos avisar a los camareros para, una vez más, presenciar la escena de la recogida de plato y cambio (menos mal que nos dimos cuenta, si no, nos vamos sin un platito del menú).

El caso es que tanto mi pareja como yo coincidimos en que no nos arrepentimos de haber ido pero claramente no volveríamos ni de casualidad a DiverXo.

Fase 2: mi humilde opinión en RRSS

Al llegar a casa se me ocurrió escribir un tuit/post en mis RRSS para avisar a mis amigos de que no es lo que uno espera. Y cual fue mi sorpresa cuando en Twitter me contestó en una cadena de arrogancia digna de compartir el mismísimo chef (podéis apreciar su ego) y después me envió un mensaje privado en instagram que tampoco tiene desperdicio porque ya es el sumun de la mala praxis profesional….. Me encantaría adjuntar un acceso a la conversación real en twitter pero me es imposible porque él decidió borrar sus tuits (mal David mal, no se borran los tuits, está feo, si tienes cosas que decir dilas pero luego no las borres hombre). Os dejo un par de fragmentos que pude recuperar donde os hacéis una idea del ego.

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Es graciosa otra parte donde tres veces me dice que está siempre en diverxo cuando es la 1:30am y sale su ubicación en Londres…. Algún día nos debería explicar cómo lo hace. Ese día simplemente decidió eliminar la ubicación y borrar todos los tuits….

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Y digo yo, ¿no sería más fácil contestar de primeras con un “siento no haber cubierto tus expectativas, me encantaría conocer vuestra opinión para poder mejorar” y cerrar el asunto?. Era tan fácil como eso. ¡Pues no! Porque la cosa no acabó aquí.

Fase 3: la promesa incumplida

Y aquí viene lo que más molesta de todo. Yo en ningún caso escribí ese tuit para sacar algún beneficio o compensación por mi experiencia, sino simplemente quería compartirlo con mis amigos (creo que tengo 150 seguidores, luego mi capacidad de viralidad no es muy elevada, como comprenderéis).

El caso es que David metido en su bucle y ya a las dos y pico de la mañana me escribió este mensaje privado en Instragram en el que me decía que el martes me llamarían de DiverXO para devolverme el importe de la comida. Ahí tengo que decir que aluciné (esta vez para bien) porque pensé “Tiene mérito este tío, que contesta uno a uno a sus clientes”. Impresionante…

Por supuesto, yo respondí que si nos lo devolvían, lo usaríamos en darle otra oportunidad, que entendemos que un mal día lo tiene cualquiera y de los errores se aprende (para eso, entre otras cosas, sirven las críticas y las opiniones).

Pues no, no se hagan ilusiones. Han pasado tres semanas y a mi no me ha contactado nadie de DiverXO, es más le volví a escribir para decirle que igual no me habían podido localizar porque la reserva no estaba a mi nombre. No sólo no contestó, sino que ha decidido que una vez pasado el arrebato no debo merecer la pena. Aquí tenéis la conversación completa:

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Señor Daviz Muñoz, no soy líder de opinión, ni tengo 100.000 seguidores en Twitter, pero soy una clienta más y por tus clientes has llegado donde estás ahora (¿Londres era, verdad? ¿O Madrid? Contigo nunca se sabe…).

Puede que mi opinión, una vez borrados tus tuits “delatadores”, no te merezca la pena porque no soy una influencer ni trabajo como crítica gastronómica, pero si me lo permites, te aconsejo que actúes con un poquito más de humildad o, tal y como te dije en ese tuit que tanta rabia te dió, volarán las preciadas estrellas Michelin.

Si quieres que todo el mundo conozca mi experiencia por favor comparte. Gracias.